En el 2013 el Gobierno regional de Ignacio González con la
aquiescencia del PP madrileño de Esperanza Aguirre aplicaba un ERE en
Telemadrid, por el que 829 trabajadores fueron expulsados de sus empleos ganados
en oposición. Era el resultado a primera vista de una legislación laboral que
hoy se cuestiona ampliamente. Pero por encima de todo suponía una masiva purga
ideológica, ya que el excedente laboral lo era por querer aplicar como único
fundamento la libertad de expresión. La
piedra de toque, la reivindicación de un Consejo profesional de redacción, que
debería ser un interés de toda la sociedad civil madrileña, y no solo de los
trabajadores de la televisión pública.
El pacto del PP y Ciudadanos persigue la despolitización, la
profesionalización, así como la elección del Consejo de administración y el
Director general por mayorías
cualificadas. Con una “carta básica” similar a la de la BBC británica que
garantice el pluralismo. Pero cómo se puede garantizar el pluralismo sobre las
cenizas del incendio del pluralismo que supuso el ERE. Sería cerrar en falso el
proceso de “aggiornamento” no resolver antes ese problema que interesa a la
democracia. Porque el modelo de solución en Telemadrid se exportará y se
analizará para otras televisiones públicas. Recordemos que por ejemplo el
PSOE inscribía el ejercicio de los
derechos profesionales en TVE como algo que interesaba a la lucha por las
libertades.
Dicho lo cual, se entiende que el pluralismo no es troceable,
ni variable en un medio de comunicación público. Que la gestión por parte de
mayorías parlamentarias cambiantes en el tiempo no debe afectar al desarrollo y
manifestación de la libertad de expresión.
Ese momento si es el que hay que perseguir, el momento BBC, donde los
profesionales de Telemadrid no se sientan intimidados o espoleados a
autocensurarse en función del gusto del Gobierno de turno.
Por eso no se entiende que algunos busquen pasar del modelo
BBC al modelo ABC. Y no nos referimos a la neoyorquina American Broadcasting
Company, sino al diario conservador madrileño que habla de cambiar la ley de
Telemadrid tras el pacto citado del PP y CIUDADANOS, con el objetivo, dice, de
evitar que la Televisión pública caiga en manos de la izquierda. Esa visualización
del acuerdo de gobierno en términos partidista, frentista podríamos decir
incluso, radical, empleando el concepto mediático tan en boga últimamente, no
solo refleja el ideario del periódico, lo que podría no importarnos nada, sino
que conlleva que la libertad del ejercio profesional en Telemadrid con el único
horizonte de la defensa del pruralismo, sea una quimera.
Estaríamos hablando de un gran fracaso, de una ocasión
perdida.
Y que conste que eso no debería ser óbice para analizar por
qué también se fracasó internamente por parte de un Comité de empresa que buscó
la confrontación política con Esperanza Aguirre casi como único argumento de
legitimación, en vez de buscar alternativas profesionales que salvaguardasen
los principios, incluyendo la rentabilidad de la cadena. La responsabilidad no
queda ahí, Telemadrid, a veces fue el trasunto de Cajamadrid. El mismo Moral
Santín que se encaramaba a la vicepresidencia de la Caja, era el portavoz de
Izquierda Unida en la televisión junto al jefe de prensa de CC.OO. Y fue
durante la presidencia de Izquierda Unida en el ente público, cuando se
suprimió el consejo asesor de Telemadrid, un órgano de participación de la
sociedad civil. La amistad de Moral Santín e Ignacio González era tal, que el
portavoz de IU apoyó al dirigente popular para que fuese a Cajamadrid a
presidirla, y se hacían reuniones de consejeros de la Caja en la televisión.
Lógicamente de esa amistad colgó toda una red clientelar que ha hecho mucho
daño al derecho de los madrileños a tener un canal de televisión profesional ,
ética y económicamente autosuficiente.
Entonces la despolitización no es buena porque no estén los
de derechas o los de izquierdas, sino porque se garantice la libertad de
informar respetando el texto del redactor y la imagen del cámara. Esto es el
pluralismo, el que empieza en casa, en cada gesto, en cada línea que se escribe
y en cada plano que se filma sin intromisiones. El pluralismo no son las cuotas
de profesionales o de minutos de emisión que le corresponden a cada formación.
Telemadrid tiene la oportunidad de exportar conquistas y
ejemplos de libertad de expresión. Hasta ahora la cadena pública madrileña popularizó términos como la “redacción
paralela”, que fue la primera fase de sustitución de profesionales antes de su
expulsión, que luego fueron aplicándose en otras televisiones públicas.
Luis Santos