Presentación...

Bajo el título "periodistasinvestigación", este blog quiere representar una mirada crítica del poder e impulsar la regeneración ética en los medios de comunicación, para que haya una auténtica libertad de expresión.


I am nothing if not critical

sábado, 24 de mayo de 2014

Viva la Libertad

Este es el título de la película protagonizada por Toni Servillo, en la que se concluye que la política se ha hundido. En otro de sus trabajos, La Gran Belleza, el autor nos habla de la atonalidad moral. En un momento en el que no se hace la autopsia política tras cada ciclo político, en el que cada líder político de cuenta en un congreso extraordinario auditado por agentes externos a él, de lo que ha conseguido o dejado de hacer, no hace sino perseverar en un paisaje en el que la destrucción del sistema democrático y el salvajismo postgarantista son sostenidos por los propios protagonistas electorales. Así pues el aire que se respira por un aventurero que quiere salvar a la raza participativa tendrá que luchar contra ese hundimiento de la política atacado por el virus destructor de la atonalidad moral. Pero en el suspense de este guión de la vida política de esta sociedad postgarantista resultante, se irá resolviendo una vez que se descarten como malos de la película a los antisistema. Porque los auténticos antisistema están bañando el sistema con su saliba discursiva.

Pero volviendo a la comedia política de Servillo, ese político de izquierdas que no sabe como dar la cara ni ante su propio partido ni ante la sociedad, es una alternativa argumental a la política. Dicho de otra manera, sorprende pensar que la creación artística tenga argumento y la política no lo tenga. Por eso no hay conclusiones en la política, finales de acto, con la condena y decapitación del tirano de turno, sino transiciones de un reinado a otro, de una casa regia a otra, de una dinastía a otra, sin entronizaciones democráticas. Esa transición blanda entre una casa y otra, sin cambiar de régimen, se acomoda en el lenguaje de la banalización, que se vende como normalidad y tranquilidad del sistema. Pero sigue sin resolver la contradicción final: que aunque da el pego democrático, no deja de ser el pego del desapego.