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Bajo el título "periodistasinvestigación", este blog quiere representar una mirada crítica del poder e impulsar la regeneración ética en los medios de comunicación, para que haya una auténtica libertad de expresión.


I am nothing if not critical

lunes, 26 de mayo de 2014

El bipartidismo pierde la batalla ideológica y no solo los votos

Las elecciones europeas han supuesto la pérdida de cinco millones de votos entre el PP y el PSOE. Es una de las conclusiones del análisis del resultado electoral instalado en los medios de comunicación, a modo de epílogo de lo que ha sido el debate previo, mucho antes de la propia campaña. Que eso sea así supone hacer un paquete, un polo a la italiana pero en sentido negativo, donde se incluyen sin su consentimiento los dos grandes partidos. Esa batalla ideológica que PP y PSOE intentaron reproducir según los cánones de izquierda versus derecha, la han ganado los partidos como UPyD, Ciudadanos y Podemos, que claramente situaban el momento político en acabar con el bipartidismo (la casta) al que anexaban la corrupción. Los propios partidos mayoritarios han facilitado paradogicamente este trayecto al haber asumido desde hace tiempo en su discurso político el hecho de la desafeción ciudadana con el sistema, sin dar alternativas contundentes al goteo de escándalos de corrupción. La ley de transparencia no parecía una sábana suficiente para cubrir al enfermo. Las señales que mandaban las mareas ciudadanas, que como la de defensa de la sanidad pública han logrado derrotar al Gobierno de la Comunidad de Madrid, no han sido tampoco evaluadas correctamente por los grandes partidos. Porque en esas manifestaciones no se hacían distingos entre PSOE y PP. Como no se había evaluado el 15 M que como un coronavirus contra la política establecida ha saltado del género calle al género representativo, al Parlamento Europeo. Los bárbaros han llegado a la decadente democracia, para quedarse.
La primera cabeza que cae con la invasión bárbara es la del secretario general del PSOE, Rubalcaba para quien llegan tarde las primarias abiertas que se proponen en su partido. Reconoce en su lamento de desestimiento que hay que cambiar la forma de hacer política. Pero él fue protagonista junto a Zapatero de aquella ejecutiva federal que abortó el proceso ilusionante de nuevos modos que supuso Borrell, más allá de la peripecia personal que se truncó con una denuncia también judicializada, y filtrada a los medios de comunicación contra Aguiar y Huguet, asesores por demás del grupo parlamentario socialista.
Rubalcaba no podrá llegar a la tierra prometida de la regeneración de su partido si es que se produce y será enterrado como personaje secundario junto a Zapatero en una pirámide, que seguramente no será saqueada porque no guarda grandes tesoros políticos, aunque él se reclamase hasta el último momento como sucesor de la dinastía del Faraón Felipe González.

Una de las puertas que han utilizado para acceder a la fortaleza democrática, sitiada por los ciudadanos que le cortaron a los políticos el suministro de su apoyo y confianza, ha sido la de los medios de comunicación. Aunque no todos. Porque el poder había vetado a Rosa Díez, y dejaba salir, como curiosidad, a Pablo Iglesias, a quien no consideraban enemigo. Otra paradoja del destino, que un Pablo Iglesias quiera echar del poder al PSOE.

Ahora, ocurrido el desbordamiento de las fronteras democráticas por los partidos bárbaros, ya se recurre al discurso del miedo. Que este resultado de las europeas supondría un Congreso de los Diputados ingobernable. Para recuperar la batalla ideológica se instalan los término de extrema izquierda o izquierda radical, sucesores de aquel otro: antisistema.
En el canal 13, con más desparpajo se coquetea con el pánico financiero, al decir que "Podemos", a quien inscriben en el modelo venezolano, supone la inseguridad jurídica, con lo que pueden huir de nuestro país los inversores y capital extranjero. Si aceptáramos ese monopoly demagógico, tendríamos que concluir que después del barrio de la extrema izquierda, el GPS nos avisa de que se aproxima el de la extrema derecha religiosa. Ojo y lo digo desde la audacia que me permite el hecho de que yo no queme iglesias, dialécticamene, sino que incluso entre y me persigne.