El pasado mes de junio envié a la mesa
del Congreso de los Diputados un escrito reclamando que se recupere para la elección de miembros del Consejo de Administración de RTVE el criterio de la independencia profesional como forma de restaurar la credibilidad en la corporación y hacer la radiotelevisión pública de todos.
Solicito que figuren criterios de evaluación como la investigación y crítica de las relaciones del poder con la profesión, la experiencia en el conjunto de medios y la innovación en el aspecto organizativo y corporativo en defensa del periodismo de calidad. Estos elementos aportan alternativas a la falta de regeneración en los medios de comunicación, cuyo motor debe ser RTVE.
No se ha buscado atisbar en el historial profesional y de las
iniciativas emprendidas que la independencia sea la principal
característica para la nueva etapa de la CRTVE. Más allá de la
retórica hay que demostrar que se ha ejercido la independencia durante el
desempeño profesional del período que se trate. Que no sea como el caso
reciente de un director de medio escrito cuando hace apología de la transparencia
después de haberse ido del cargo, y a mayor beneficio de las ventas de su libro.
Dicho de
otra manera, y poniendo otro ejemplo también de la prensa escrita. Ante la afirmación pronunciada con desparpajo por una destacada
periodista parlamentaria de uno de los medios de referencia: “yo no escribo
para la gente sino para mis jefes”, hay
que decir que la independencia profesional solo existe si se ejerce cuando la
misma se cuestiona.
En la memoria
que presenté destaqué algunos momentos de lo que yo he vivido en la relación
del poder con los medios. Y defendí mi independencia profesional tanto en los
medios como en los gabinetes de prensa.
Recuerdo la
aplicación de la cláusula de conciencia en EFE. Ejercí este derecho profesional,
tan poco habitual, cuando estaba en la agencia destinado en el Congreso de los
Diputados, para dejar constancia de que no contribuiría a publicitar las tesis
del terrorismo cubriendo la rueda de prensa del diputado de Herri Batasuna, Jon
Idígoras. Lo acompañé de la convocatoria de una asamblea de periodistas
parlamentarios de todos los medios en la que se acordó no hacer preguntas, limitándose los informadores a recoger el comunicado de los diputados abertzales. Esto conllevó que se nos citase críticamente en el periódico EGIN. En otro momento critiqué personalmente al director
del citado periódico en su visita al Congreso por su poco valor democrático en la lucha por
las libertades durante el franquismo.
En otro
orden de cosas, dimití como presidente de la APP, Asociación de Periodistas
Parlamentarios, cuando los asociados no defendieron la celebración de un debate
para la presidencia del gobierno en 1996. Fui objeto de una importante campaña
de ataques personales en determinados medios de comunicación con el
protagonismo de sus directores y los redactores parlamentarios que de ellos dependían, que
prefirieron subordinar los planteamientos profesionales a sus relaciones
privilegiadas con el poder.
En cuanto a los
Gabinetes de prensa (Responsable de comunicación de CC.OO. y PSOE en el Congreso de los Diputados), no traicioné ni aparqué los principios de nuestra profesión, compatibilizándolos con la lealtad al contratador. Eso me dio armas éticas y de política democrática
para oponerme a cualquier intento, que
siempre los hay, de trasladar a los medios de comunicación las campañas de
trabajo sucio en el seno de las organizaciones políticas y sindicales. Y aunque hubo referencias publicadas yo he mantenido siempre que el periodista no tiene que ser el protagonista de la noticia aunque se encuentre en el centro de la controversia en la defensa de la independencia.
Aunque no me
libró de sufrir las consecuencias en la esfera personal cortando mi promoción e incluso la continuidad en la
responsabilidad. Es el precio de la independencia en el periodismo, que pagué
conscientemente y que volvería a repetir.
Estos
ejemplos, seguramente están anclados en la lucha que me costaron cárcel y
detenciones durante el franquismo luchando por las libertades. Cuando los
currículums se hacían de otra manera.
* Incluso la investigación crítica de las
relaciones del poder con la profesión, no se ha considerado hasta ahora, como es el caso de un
libro sobre medios de comunicación.
Concomitante con el resto de apartados excluidos de valoración, sobre todo la
independencia, pero también innovación e investigación. Es el caso de mi libro “LA PRENSA QUE SE VENDIÓ”, que salva parte del patrimonio histórico de
la profesión del que no se conocía su existencia cuando se diseñó la Transición
a la democracia en los medios de comunicación. Libro que se aleja del
“frentismo”, defecto tan habitualmente detectable en el panorama periodístico.
Libro que abre una reflexión autocrítica con la exposición de documentos
referidos a todos los medios. Detalle éste que no debería ser menor ya que se
debe pretender hacer la RTVE de todos, salvando la zanja de que según
alternancia de partidos o bloques, parte de la redacción se vaya a los pasillos,
con lo que pueda afectar a la percepción social de que se transmite una
información sesgada.
*Quedan fuera
también hasta ahora valoraciones con el marchamo de la innovación
organizativa. Un aspecto que habría que fomentar y estimular en la profesión.
Es el caso de la creación de una organización periodística levantada
con dificultad, sin apoyos y basada en la iniciativa personal de un grupo de
personas al margen de los intereses empresariales de
los medios. La APP, Asociación de Periodistas Parlamentarios pretendía, tan
solo, democratizar determinadas
prácticas profesionales, ya que desde el poder se ejercía la comunicación
privilegiando el trato con algunos medios y sus representantes.
Hay una concepción más burocrática y casi funcionarial del
desempeño de la profesión periodística en las aconvocatorias de elección a miembros del Consejo de Administración. Sin
más adjetivos periodísticos, como los planteados en este escrito, la simple suma
burocrática puede llevar a la anomalía
de puntuar a personas que han tenido un papel destacado y determinante en
períodos en los que todos concluimos, independientemente de nuestra forma de
pensar, que ha habido un sostenido carácter manipulador.
*Hasta ahora no se garantiza la igualdad de oportunidades en la elección de miembros del Consejo de Administración, al tiempo que se desecha una experiencia de conjunto en el amplio espectro de medios de comunicación. Más parece que se ha perseguido una elección endogámica dentro de la Corporación.
En la valoración de méritos se organiza un constructo que no garantiza la igualdad de oportunidades ya que se parte de la posibilidad de sumar más puntos a partir de haber ostentado puestos directivos en la CRTVE, cuando se llega hasta aquí con una fuerte dependencia de la discrecionalidad en los nombramientos, ya que anteriormente no existía ni comité de expertos ni sistema transparente de elección. No se ha valorado la experiencia de conjunto en distintos medios, agencia, periódico, Televisión, gabinete de prensa. Cambios de medio que se producen por la exploración a iniciativa personal, de distintos formatos de comunicación y no en función de la precarización laboral. Un ejemplo es cuando decide el informador cambiar de medio para participar en el nacimiento de una nueva experiencia de comunicación.
DEFECTO DE FORMA.
En el citado escrito a la Mesa del Congreso de los Diputados también daba cuenta de un defecto de forma que me produjo indefensión. En el mismo se decía que:
Ruego que por la presente atiendan esta reclamación incluyendo mi candidatura al Consejo de Administración de RTVE y sus sociedades por el defecto de forma en la resolución que me ha producido indefensión.
En efecto, el escrito de 12 de diciembre de 2018 del Presidente de la Comisión Mixta de Control Parlamentario en el que remite a la Presidencia del Congreso la resolución del Comité de Expertos para la renovación de los miembros del Consejo de Administración de la CRTVE, contiene un defecto de forma que me ha generado indefensión y la falta de tutela.
En el informe de evaluación que reproduce la Comisión Mixta de Control Parlamentario en lo que se refiere al capítulo de valoración del proyecto de gestión para RTVE se dice que “se procede a una valoración individualizada de los proyectos de gestión presentados por los candidatos. Los proyectos están identificados por un número de orden para garantizar la anonimidad de la evaluación”. Pues bien, el número de orden no se corresponde con el que figura anexado a mi proyecto.
Luis Santos Serra